VIA CRUCIS

EL VIACRUCIS DE LA VENERABLE ORDEN TERCERA FRANCISCANA DE LA OBSERVANCIA Y JESUS CON LA IMAGEN DE NUESTRO PADRE JESUS DE LOS AFLIGIDOS


En el siglo XV, a su regreso de la custodia de los Santos Lugares en Tierra Santa la orden de los franciscanos tomo como suya la tarea dentro de España de difundir el devoto ejercicio del Vía Crucis, divulgándola como una nueva manifestación pública de fe, como lo era también el culto a la Veracruz. Pero no fue hasta bien entrado el año 1.630 cuando se establecen la Vías Sacras en la región, gracias a las Ordenes Terceras, fusionadas con los franciscanos. En la Iglesia Conventual de San Francisco radicaba la Venerable Orden Tercera de la Observancia y Jesús, cuyos miembros fueron los encargados de difundir esta práctica en nuestra ciudad.



Dicha iglesia conventual, actualmente Parroquia de San Francisco, fue construida junto a lo que era en aquellos tiempos la Ermita del Santo Cristo. En el convento había diferentes imágenes de la pasión que incluso llegaron a tener Cofradía propia como es el caso de la Cofradía del Cristo de las Penas, la de la Veracruz o la de Ntro. Padre Jesús Nazareno de los Afligidos, imagen propiedad de la Orden Tercera que recibía culto en la Capilla de San Juan Bautista. La imagen del Cristo de los Afligidos era objeto de fervorosa devoción como lo demuestran los numerosos testamentos de la época, como el de Doña Isabel Páez con fecha del 11 de Noviembre de 1.695 que dice así: « mando perpetuamente para siempre jamás, se diga por mi ánima una misa cantada en el convento del señor San Francisco de esta ciudad, en el altar de Jesús Nazareno de los Afligidos que está en la Capilla de los terceros de dicha iglesia».[1]



Calle Cruces en el siglo pasado; en la parte
superior izquierda se puede observar
el asta de una de las cruces de madera que estaban
colgadas en las fachadas de las casas
La Orden Tercera gozó de un gran esplendor gracias al impulso otorgado por Tomás de la Cerda, Marques de la Laguna y segundo duque de Medinaceli, Capitán General del Mar Océano y Virrey de Nueva España. Además, fue ministro de la Orden durante largos años y protector del Convento de San Francisco. Al pertenecer a la Orden la persona más poderosa de El Puerto en aquellos años, las personalidades más ricas y  destacadas de la ciudad ingresaron en la Orden, aumentándose en gran cuantía las donaciones a la corporación. En aquellos años se erigió una nueva Capilla dentro del Convento para darle culto a la imagen de Jesús de los Afligidos. La antigua Capilla donde se veneraba la imagen fue vendida por la Orden Tercera a D. Juan de Aranibar, antecesor de la familia Bizarrón. Se estableció que todos los viernes de la Cuaresma, se organizara un Vía Crucis penitencial por las calles de El Puerto. Para engrandecer dicha procesión y darle mayor solemnidad, el Vía Crucis de la madrugada del Viernes Santo estaba presidido por la venerada imagen del Cristo de los Afligidos. Se decidió que el itinerario discurriese por una sola extensa calle para ir y volver, teniendo su término en la Ermita de Santa Clara. Este lugar empezó a conocerse como “El Calvario de Santa Clara”, en alusión al monte calvario, final de la Vía Dolorosa que nuestro señor recorrió el día de su crucifixión.  En las fachadas de las casas de esta calle por las que discurría la procesión, que se le denomina en la actualidad “Calle de las Cruces”, se colgaban algunas cruces de madera para marcar las detenciones de la procesión para rezar las estaciones; de ahí que la calle tomara el nombre de estas cruces que se colgaban. La solemnidad del día, hizo que se predicara el sermón de la pasión al amanecer en el escampado que se extendía delante del Monasterio de San Francisco, para evitar que la gran muchedumbre entrara dentro del convento, en el que el Santísimo Sacramento estaba reservado en el monumento. Pasaron los años y la imagen del Nazareno de los Afligidos iba ganando en fervor y devoción. Las gentes del Puerto empezaron a referirse a la imagen como “El Greñudo”, dado a la gran melena larga de pelo natural que el Cristo tenía.



Ermita de Santa Clara, situada al
final de la Calle Cruces y en donde existía un humilladero
con una cruz que fue trasladada la cementerio actual, llamado
"Cementerio de la Santa Cruz".
En 1.788 fue colocada en un altar del Convento de San Francisco la imagen de una dolorosa bajo la advocación de Ntra. Sra. De los Dolores que era propiedad de D. José Buenaventura del Hoyo y Treviño[2], devoto de la Stma. Virgen. Un grupo de fieles trató de incorporar esta imagen a la procesión que hacia la Orden Tercera con la imagen del Afligido el Viernes Santo. La cosa no fue fácil, pues se necesitaba la autorización de su propietario. El documento por el que se solicitaba permiso para incorporar la imagen de la Virgen al Vía Crucis para acompañar a Jesús de los Afligidos dicho año dice así: «y creyendo que acercándose a la vista de las gentes se moverán los afectos a la consideración que piden sus pasos lastimosos, suplico a vuestras mercedes su piadosa licencia para por este año poder incorporar dicha imagen en el Vía Crucis que sale del dicho convento el Viernes Santo con el Señor de los Afligidos sin perjudicar al prudente acuerdo con la Orden Tercera ni variar cuanto esté determinado por los superiores en orden a las procesiones de Semana Santa....a 10 de Abril de 1.778.» Se consiguió por fin y ese mismo año las dos imágenes procesionaron en el Vía Crucis por la calle. En la actualidad podemos admirar la bella imagen de la Virgen de los Dolores en la Parroquia de San Francisco.
Imagen de la Virgen de los Dolores
que se venera en la Parroquia de San Francisco
y que procesiona
en la actualidad los Sábados de
Pasión



Durante el siglo XIX, el silencio y la compostura caracterizaron el Vía Crucis. La procesión no solo se limito a salir por la actual calle de las Cruces, si no que algunos años variaba  su recorrido, aumentándose en algunas calles hasta llegar a la Plaza de la Iglesia. Como se refleja en la correspondencia entre la Orden Tercera y la Alcaldía del Puerto en las vísperas a la Semana Santa, en una carta fechada el 6 de Abril de 1.852 y firmada por el ministro de la Orden Tercera José María de la Paz indica que la procesión dará comienzo a las 2 de la mañana del Viernes Santo y que el itinerario solo discurrirá por la calle de las Cruces. La Orden solicita también al Ayuntamiento que “mande la misma fuerza que el año anterior, dando orden al que la manda, no permita que por la carrera se canten saetas, se toquen trompetas ni nada que pueda distraer la devoción de los fieles”.



La Orden Tercera también practicaba la beneficencia entre los más desfavorecidos de la población portuense, como los pobres y los presos de la cárcel y en el año 1.853 impartieron su tradicional comida asistencial. En los correos que mantenían Orden Tercera y Alcaldía, encontramos algunos años respuestas concediendo permiso para el desarrollo del Vía Crucis pero denegando el uso de las fuerzas del orden y recayendo la responsabilidad en la propia Orden Tercera, haciéndola responsable del orden público y el decoro de los que concurrían a dicho acto religioso.



A lo largo de estos años, el Vía Crucis salió y se recogió en  diferentes horas, así pues en el año 1.860 el hermano ministro de la Orden Tercera Ángel Moreno Parodis y el secretario Francisco Romero Caballero solicitaron al Ayuntamiento salir a las 12 de la noche y recogerse a las 7 de la mañana. En el año 1.861, la Venerable Orden Tercera solicitó el permiso para pedir limosna para sufragar los gastos de la salida de la procesión de las dos imágenes. Las autoridades aceptaron esta petición con la condición de que no agobiaran con sus peticiones económicas a los vecinos de El Puerto, que ya bastante tenían con pagar sus impuestos.



En la concesión del Ayuntamiento fechada el 21 de marzo de 1.864, se hacía saber que «saldrá de la Iglesia el Viernes Santo a las 4 de la mañana y regresará a su templo a las 9 cuidando que se observe en dicha procesión el mayor orden y compostura». Al año siguiente, en 1.865, se le concede a la Orden el permiso entre la 1 y las 4 de la mañana. Como dato curioso, destacar que en este año de 1.865 la advocación de la Virgen de los Dolores fue cambiada por el de Nuestra Señora del Mayor Dolor. Al año siguiente, se vuelve a cambiar la advocación por el de Dolores, advirtiéndose de que la procesión deberá estar recogida antes de las 7 de la mañana, así como en los dos años venideros, 1.867 y 1.868, en los que de nuevo es cambiada la advocación de la imagen por el de Mayor Dolor.



Las últimas referencias documentales aparecidas en el Archivo Municipal (sección «Fiestas civiles y religiosas, años 1.843-1.935) datan del año 1.868, ya que a partir de ase año no vuelve a aparecer el nombre de la Venerable Orden Tercera ni el de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos. Pero esta pérdida de datos, tiene desgraciadamente su explicación. Ese año de 1.868, tras saltar la revolución, llamada «La Gloriosa» en septiembre, la Junta revolucionaria local decreta en el mes de octubre la expulsión de los franciscanos de su Convento en San Francisco y el derribo del Convento de los hermanos Descalzos. Los franciscanos fueron fusionados con estos y ambos se refugiaron en el Convento femenino de las Concepcionistas Franciscanas. Desaparecida la comunidad de San Francisco, la Orden Tercera de la Observancia y Jesús fue disuelta y sus hermanos supervivientes se fusionaron con otra Orden Tercera que radicaba en la Iglesia del Convento de los Descalzos y que estaba refugiada también en las Concepcionistas. Perdidos todos sus bienes y archivos, el Vía Crucis de la extinta Orden también se perdió, no así la imagen del Nazareno de los Afligidos, que se la llevaron consigo al Convento de la calle Nevería. La imagen fue sacada de San Francisco sin la cruz de carey que cargaba en sus hombros y fue depositada en el interior del Convento sin estar puesta al culto. Sin ninguna explicación la cruz y la dolorosa se quedaron en San Francisco, que es donde se encuentran en la actualidad.



No fue ya, hasta bien entrado el siglo XX, en el año 1.955, cuando la imagen de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos fue rescatada por un grupo de amantes de la pasión que decidieron fundar una Hermandad que conservara el espíritu de fervor, austeridad y recogimiento que entonces tenía el devoto Vía Crucis de la Venerable Orden Tercera de la Observancia y Jesús.


















[1] No es la única mención de fundaciones piadosas en el altar de esta imagen de Jesús de los Afligidos, pues hay varios documentos de los siglos XVII y XVIII que atestiguan la devocion que le profesaban.


[2] Se conserva en el pavimento de la nave central, próximo al presbiterio, la lápida que cubre la sepultura de este señor. Bajo su escudo de armas se lee la inscripción: “Este altar y bóveda de nuestra señora de los Dolores es propia de D.Josef Buenaventura del Hoyo y Treviño, de sus herederos y sucesores.”